Rafa Nadal ofreció muy buenas sensaciones en dobles junto a Carlos Alcaraz, al cual lideró en ciertos tramos del encuentro, pero dejó en el aire su participación ante Marton Fucsovics. No ha sido hasta el mismo domingo cuando el público, que ha vuelto a disfrutar de su tenis, ha tenido la certeza de que iba a jugar en la modalidad individual. El escenario de una victoria cómoda y por la vía rápida era el mejor posible dado el exigente calendario.
Sólo 32 minutos bastaron para que el 14 veces campeón de Roland Garros se adjudicara el set inaugural: sólo cedió un juego (1-6) y en ningún momento estuvo cerca de sufrir una rotura de saque. Dada la situación de incertidumbre respecto a su estado físico, hay quien podía tener la tentación de pensar que iba a estar muy lejos de su mejor versión, pero nada más lejos de la realidad. El húngaro, desbordado y sin las herramientas necesarias para reaccionar.
Luego, en la segunda manga, Nadal tuvo serias dificultades y experimentó un inesperado bajón. Ya sin nada que perder, Fucsovics se mostró más sólido en el fondo de la pista y hasta colocó tres puntos de ventaja en varias ocasiones. El guion había cambiado por completo y lo que parecía ser un paseo militar se convirtió en otro sufrido duelo con más trabajo del deseado. El nivel de exigencia aumentó de tal modo que el 6-4 dio pie a una tardía resolución.
Con menos margen de error, Rafa sabía que el paso adelante era casi obligatorio. El rival se había crecido y no podía especular de ninguna de las maneras. Ya en el tramo decisivo, el manacorí rozó el break por partida doble, salvó tres de inmediato y dio un golpe letal al ponerse 2-3. Su buen hacer con el revés cruzado fue clave en la dura batalla ante Marton, que no se rindió hasta el 4-6. En la segunda ronda, ni más ni menos que Novak Djokovic. ¿El último baile?