Publicidad
Publicidad
Publicidad
Más
Publicidad
Publicidad

Opinión: México, la eterna decepción; Australia, la gran sorpresa de Catar 2022

Guillermo Ochoa e Hirving Lozano en Catar
Guillermo Ochoa e Hirving Lozano en CatarAFP
El tri supera a Arabia Saudí pero no evita su eliminación. La diferencia de goles envía a Polonia a la siguiente ronda de la Copa del Mundo. Australia, por su lado, consigue una victoria de oro ante Dinamarca y avanza firme hacia los octavos, en donde enfrentará a Argentina

México era un polvorín en la víspera de la Copa del Mundo. La afición, en general, no estaba contenta con el desempeño de la selección. Las derrotas constantes en las clasificatorias contra Estados Unidos, el pase sufrido a Catar y el primer lugar de Canadá impulsaron un alud de críticas que se ensañó contra Gerardo Martino. 

El entrenador, posiblemente, tendrá sus horas contadas en el banquillo del tri. Martino nunca convenció. En México, el director técnico presenta dos trabajos: el primero, dirigir a sus pupilos, como todo entrenador. El segundo, lididar con la presión de la prensa azteca que, cansada de tantos desamores, busca, sin freno, un mayor protagonismo en el fútbol mundial.

Martino no concretó ninguno de los dos: el grupo lo respaldó pero los resultados han sido adversos. La prensa lo liquidó después de perder contra Argentina. La hinchada pide a gritos un cambio de rumbo. 

La maldición del quinto partido

En la previa del partido del miércoles se habló en reiteradas ocasiones sobre "la maldición del quinto partido". México, considerado como el "Gigante de la Concacaf", no ha avanzado más allá de los cuartos de final en la Historia de los mundiales.  

La presión que ejercían los medios y la adolorida hinchada sobre Martino era tremenda. Pasar del quinto partido era, sin duda, un objetivo. En octavos, México se cruzaría con Francia. En ese punto el camino sería más complejo. Los aztecas, sin embargo, han cometido un error infantil en la carrea de Oriente Próximo: idealizar un resultado sin jugar. 

Faltó un gol. Sobró una amarilla. Fue poco, muy poco. Cruel, pero fue lo suficiente. La narrativa se repite. México está eliminada. Regresa con las manos vacías una vez más. En los próximos días pueden generarse movimientos en el banquillo. Nuevos rumores. Inicia el casting de cada cuatro años. Juan Carlos Osorio no extendío su vínculo pese a derrotar a Alemania en Rusia 2018. Martino es un tiro al aire. 

México se ahogó en su propio llanto. Australia, por su lado, dejó una imagen excelsa y clasificó en un grupo difícil. La goleada por 4-1 ante Francia no hundió a los oceánicos. El equipo hizo su tarea. Dependió de sí mismo y aprovechó los traspiés de Dinamarca, la segunda candidata a quedarse con el grupo. 

Australia es un rival que entiende su rol en Catar: sabe que no es un favorito y, en ese contexto, utiliza la confianza del contrario para destruirlo. En la repesca, por ejemplo, derrotó a Perú, que venía de cerrar una excelente ronda en la zona Conmebol. 

La humildad de australia contrasta con el ego mexicano. El tri, con el respeto que se merece, no ha ganado nada importante. Los aficionados exigen y exigen cuando la selección no da para más. Australia no cedió ante los pronósticos y presenta una oportunidad importante para superar a Argentina. Dos realidades que contrastan y que enseñan una habilidad necesaria para encontrar el éxito: el hombre que se conoce a sí mismo, tiene más posibilidades de concretar los objetivos. 

Australia se conoce a la perfección. ¿México entiende o entenderá en algún punto su condición?

La enseñanza del grupo C: "No es hasta que estamos perdidos que comenzamos a comprendernos a nosotros mismos", Henry David Thoreau.