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Ledecky o la felicidad de nadar

Ledecky, feliz en la piscina
Ledecky, feliz en la piscinaAFP
Tras los ocho oros olímpicos de Katie Ledecky se esconde una clave de vida: un amor tan profundo a la natación que la hecho mantenerse en lo más alto sin sucumbir a la presión psicológica.

"Cada año que pasa tengo la impresión de disfrutar más", decía en junio la reina del medio fondo durante las pruebas clasificatorias en Estados Unidos, poco antes de viajar a París para participar, a sus 27 años, en sus cuartos Juegos Olímpicos.

Con sus 21 títulos mundiales -de los cuales 16 individuales, uno más que Michael Phelps-, y ahora 12 medallas olímpicas, ocho de ellas de oro, la nadadora de Maryland agranda su lugar en la historia.

Y es que desde este miércoles es la nadadora más laureada de la historia olímpica, exaequo con su compatriota Jenny Thompson.

El 3 de agosto tendrá aún la ocasión de superar esa marca y convertirse en la atleta con más títulos olímpicos, nueve, como la gimnasta soviética Larissa Latynina, si se impone en la final de los 800 metros.

Otro récord alcanzado este miércoles: con su nueva medalla, es la primera nadadora que alcanza el oro en cuatro olimpíadas.

Clasificación de los 1500 estilos femeninos
Clasificación de los 1500 estilos femeninosFlashscore

Una larga trayectoria

Ledecky saltó a la fama a los 15 años, cuando ganó los 800 metros libres en los Juegos de Londres 2012.

Luego sumó cuatro oros en Río 2016 (200, 400 y 800 m libre y relevo 4x200 m libre). Y en Tokio 2020 superó la decepción de los 200 metros (quedó 5ª) y los 400 m (plata) para imponerse en los 800 m y los 1.500 m.

La australiana Ariarne Titmus la supera ahora en la corta distancia, y en esta edición parisina le ganó de nuevo el pulso en los 400 m libre, donde la norteamericana se quedó con el bronce y reconoció tras la carrera que "sabía que iba a ser duro".

Pero la supremacía de Ledecky en la larga distancia sigue siendo bien real, al punto que posee los 19 mejores cronos de la historia en los 1.500 metros.

En la final de este miércoles, que dominó de principio a fin, hizo toda una demostración rebajando en más de cinco segundos su propio récord olímpico, que remontaba a Tokio 2020.

Precisión milimétrica

El estilo de la norteamericana es de una precisión milimétrica -es capaz de nadar con un vaso de chocolate con leche en el gorro sin volcar una sola gota-, y se caracteriza por un 'crawl' potente y ligeramente asimétrico.

Pero la clave definitiva está en su disciplina mental, que le ha permitido mantener la cabeza fría en un deporte marcado por la monotonía y la solitud de los entrenamientos, y que le costó depresiones a los más grandes, como Michael Phelps, y Caeleb Dressel, que presume también de ocho oros olímpicos.

"Espero que mi tenacidad dure más que cualquier gloria deportiva", escribía la nadadora en sus memorias, "Just add water", publicadas en junio.

En el elemento líquido, esta hija de una nadadora iniciada en este deporte a los seis años encuentra el placer de "hacer piruetas, girar el cuerpo en todos los sentidos", e incluso, a nivel más existencial, "poner a prueba" su psique, para sacar lo mejor.

"Katie intenta siempre maximizar sus rendimientos y no dejar nada en reserva", contaba en 2021 en el LA Times True Sweetser, uno de sus compañeros de entrenamiento en Stanford.

Su voracidad en los entrenamientos, tanto en el agua como en la musculación, contrasta con la calma que muestra en competición, donde suele celebrar sobriamente sus triunfos y nunca olvida felicitar a sus rivales.

"Katie siempre quiere ganar con el mayor margen posible, pero no creo que tenga la intención de romperle el alma a nadie, como sí hacía Michael Jordan", afirmaba al LA Times Matt Barbini, del equipo de natación de Estados Unidos.