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La Strade Bianche, una carrera diferente que ha construido su historia

AFP
Julian Alaphilippe, uno de los protagonistas de la Stade Bianche
Julian Alaphilippe, uno de los protagonistas de la Stade BiancheProfimedia
Si bien no cuenta con la historia de las venerables "clásicas" del norte de Europa, la Strade Bianche, cuya 17ª edición se celebrará el sábado en la Toscana, ha encontrado su lugar gracias a sus "muri", sus caminos de tierra y la llegada en el corazón de Siena.

Esta prueba ya es tan popular entre los corredores que algunos la llaman el "Sexto Monumento" del ciclismo. El cartel de esta edición cuenta con grandes nombres como Mathieu van der Poel y Julian Alaphilippe, si bien otros como Wout van Aert y el vigente campeón Tadej Pogacar no participarán en esta ocasión.

"¿Lo más difícil? Pero, ¡Todo es difícil! Todo el trayecto son subidas y bajadas", cuenta a la AFP Fabian Cancellara, tres veces vencedor (el récord) en la Piazza del Campo, la célebre plaza inclinada donde se disputan desde hace siglos las carreras a caballo del Palio.

Los éxitos del suizo marcaron la joven historia de la Strade Bianche.

Ganó la segunda edición, en 2008, cuando todavía se llamaba la "Monte Paschi Eroica". En su segundo triunfo en 2012, la carrera acababa de adoptar su nombre actual, debido a los caminos blancos de tierra presentes a lo largo del recorrido. En 2016 logró su tercer triunfo, "el más bonito" pues se trataba de su última temporada como profesional.

"Esta carrera tiene verdaderamente algo particular", señala Cancellara, quien supo domar los caminos y costas de Toscana gracias a su pasado en ciclo-cross.

"Es importante, antes de las clásicas, para poner a prueba las piernas y el físico", añade el suizo de 41 años, que valora que el perfil de la prueba conviene a diferentes tipos de corredores.

La única condición es no temer a los caminos estrechos y deslizantes.

"Ciclismo de antaño" 

"Se crea mucha tensión desde los primeros kilómetros. Antes de cada sección de tierra, es como si hubiera un esprint para estar delante y evitar las caídas", explica a la AFP Moreno Moser único italiano vencedor de la carrera en 2013.

"¡Las secciones son tan estrechas que es una auténtica pelea!", añade el joven ya retirado a sus 32 años. "Siempre he hecho mucha 'mountain bike' durante el invierno. Eso me ayudó mucho a tener confianza en los caminos", añade, incluso si, en caso de caída por delante de él, "no hay mucho que hacer".

Julian Alaphilippe, víctima de una impresionante caída la temporada pasada, es consciente de ello.

Esos escalofríos, más allá de las magníficas colinas toscanas, explican según Moser el éxito cada vez mayor de la carrera. "Ver a los corredores cubiertos de polvo o barro, bicicletas sucias, nubes de tierra que se escapan del pelotón, es espectacular y hace pensar en el ciclismo de antaño".

"La carrera sale de los esquemas tradicionales", asegura Mauro Vegni, director de ciclismo en RCS, el organizador de la prueba.

 Un palmarés de cuatro estrellas 

Vegni recuerda la importancia de la técnica. "Lo que es difícil (en los caminos) no es tanto las subidas o las bajadas sino que, en cada curva, puedes caerte".

Para los más afortunados y los más acrobáticos, la recompensa es ser el primero en recibir la ovación de los tifosi en la última subida de la via Santa Caterina, en Siena, con una inclinación del 16% sobre los adoquines.

"En ese momento, la adrenalina que te da el público es tan fuerte que ya no sientes nada, ni siquiera el dolor de piernas", recuerda Moser.

Esta adrenalina ha sido probada por los mejores en los últimos años: Alaphilippe, Wout van Aert, Matthieu van der Poel o Tadej Pogacar, los últimos cuatro vencedores. Un palmarés de lujo que confirma el ascenso en importancia de la carrera.

"En la primera edición estábamos un poco preocupados porque era una carrera muy diferente a lo que se hace fuera. Pero se ha convertido en un momento importante del inicio de temporada", se felicitan en RCS, que ha desarrollado en paralelo una versión femenina, cuya novena edición tendrá lugar también el sábado.

"No me permitiría compararla con la París-Roubaix y su rica historia, pero crece poco a poco con su peculiaridad", concluye Mauro Vegni, señalando la audiencia televisiva en "alza" y "acercándose" del monumento Milán-Sanremo