La necesidad de avanzar en el tiempo enfrenta al Barcelona y al Villareal en el Camp Nou
El día después de mañana no ha llegado para el FC Barcelona. En las oficinas del Camp Nou, el tiempo no avanza. Así, como en la película protagonizada por Keanu Reeves, el club catalán parece conducirse rumbo a una era de hielo. No es drama. No es comedia. No es cine. Es la excelsa realidad que presiona, molesta e intimida a los hinchas blaugranas.
En el filme, la humanidad exhibe una escena: los paisajes llenos de un manto blanco adornan las calles con frío, con incertidumbre y, en especial, con miedo. En el Barça, Sergio Busquets (34) -un jugador escepcional-, ve como su etapa en el club roza su final, Eric García (21), el juvenil que ilusionó a Pep Guardiola hace dos temporadas en el Manchester City, sale retratado en los goles que recibe el club. Piqué (35 años), envuelto en líos personales- y retratado, como Eric, en las fotos de los goles-, observa, desde uno de los banquillos del Santiago Bernabéu los avances de Vinicius (22), la entrega de Valverde (24) y la clase de Benzema (34), Balón de Oro.
El Barcelona, este equipo desgastado, perdido en las primeras de cambio de la temporada, recibió dos varapalos en una semana: en el Camp Nou, el club catalán empató 3-3 con el Inter y quedó eliminado -virtualmente- de la UEFA Champions League. En La Liga, el Real Madrid lo liquidó -en táctica y en el resultado- con un contundente 3-1.
A pesar de la mala racha, el Barça conoció una noticia que le brinda algo de serenidad a la afición: el retorno de los lesionados del virus FIFA es casi un hecho. Héctor Bellerín (27) se reincorporó a la plantilla de Xavi-no jugó con la selección española, pero se lesionó en un entrenamiento-. Jules Koundé (23) regresó a la alineación titular en el clásico. Frenkie De Jong (25) está disponible para darle descanso a Sergio Busquets.
La nómina evidencia un parte de normalidad. Robert Lewandowski (34), y Gavi (18) llegan al encuentro motivados. Con galardones de France Football y con la intención de demostrar, como lo hicieron en el amanecer de la temporada, que el Barça está para grandes cosas.
Después de esa semana, el FC Barcelona recibe en casa al Villarreal de Unai Emery. Si en el club blaugrana llueven inconvenientes, en el submarino amarillo no escampa. El plantel valenciano se asoma a los puestos de clasificación a Europa. Sin embargo, emite destellos de irregularidad que le impiden afianzarse en la zona alta de La Liga.
Un Villarreal de oficio
Emery, un entrenador de oficio, conocedor de sus rivales, experimentado, es un contraste de la juventud que emerge desde el banquillo culé. Xavi, que defendió a capa y espada a sus pupilos, tendrá una prueba de fuego frente a un equipo ordenado, defensivo, que obtuvo puntos contra rivales directos-superó al Atlético de Madrid en el Metropolitano por 0-2.
El Villarreal es un plantel distante, alejado, y modesto. Emery consiguió en el 2020 su mayor éxito con el submarino amarillo: conquistó la Europa League tras superar al Manchester United en una ajustada definición por penales.
Parece que el Villarreal es un equipo perfecto para Unai Emery y que Emery es un entrenador ideal para el Villarreal. El conjunto ha sido- de manera interminente- una exhibición de fútbol moderno: presión alta, potencia física, semifinales de la UEFA Champions League.
El Villarreal es un proceso. Un plantel con estructura vertebral. Un conjunto que no depende de figuras y que encuentra variantes frente a las salidas implícitas en los mercados de fichajes.
En resumen. El Barcelona enfrenta este jueves a un club "de los más complicados" de La Liga. El mismo Xavi afirma que el Villarreal es un plantel peligroso, agresivo, con una capacidad inmensa para ejercer trancisiones de defensa-ataque en cuestión de segundos. En el Camp Nou, el Barca presenta una prueba de alto calibre en donde podría acercarse al Real Madrid o, de nuevo, caer en la búsqueda del día después del mañana. En la búsqueda de tiempos mejores y de añoranzas pasadas que nunca volverán.