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Andrés Guardado, cerca de la retirada: el final de una carrera ejemplar

Andrés Guardado, en un partido con León.
Andrés Guardado, en un partido con León.LEOPOLDO SMITH / Getty Images South America / Getty Images via AFP
Como nunca en su carrera, Ricardo Antonio La Volpe no podía dormir aquella noche del 23 de junio de 2006. Encerrado en un hotel de Leipzig, Alemania, y cigarro tras cigarro, el argentino sentía la expectativa de todo un país en sus espaldas mientras intentaba convencerse de que el impulso que sentía era una decisión de la que no se iba a arrepentir toda su vida. 

A horas de que su selección mexicana, tras dos años de deslumbrar a propios y extraños por su estilo de juego, enfrentara a la Argentina de José Néstor Pekerman con un juvenil y desequilibrante Lionel Messi, La Volpe se sentía frustrado. Poseedor de una personalidad dominante y con una confianza plena en sí mismo, el 'Bigotón' no era propenso a consultar las decisiones deportivas que debía tomar. Pero esta vez era diferente; y la culpa era de un mexicano de 19 años. 

José Andrés Guardado Hernández nació el 28 de septiembre de 1986 en Guadalajara, Jalisco. Un suelo que se ha vuelto semillero del fútbol mexicano. En la tierra del tequila y el mariachi, en un estado que se ha autoproclamado el alma de México, un niño que divagaba en sueños estaba destinado a ser un referente nacional gracias a una zurda que pocas veces había atestiguado el país. 

Durante su infancia, sin dificultades ni aspavientos que lamentar, Andrés fue feliz en medio de una tradicional y numerosa familia mexicana llena de tíos y primos con los que siempre jugaba a la pelota. Pero fue su padre, un obstinado practicante de deportes y un solapador de sus travesuras, con quien más disfrutaba a la hora de patear una redonda o disfrutar de la lucha libre. 

"Faltaba mucho a clases"

Fue Andrés Manuel Guardado quien impulsó a su pequeño hijo a no dejar de jugar, mientras su madre Teresa intentaba imponer un poco de disciplina, sobre todo cuando se dio cuenta de que la zurda de su hijo comenzaba a hacer ruido entre quienes lo conocían y le exigió que se concentrara en los estudios. 

No obstante, para Guardado nunca fue prioridad asistir a la escuela, aunque asegura que descubrió que tenía buena memoria y talento para aprender, de manera natural, los temas que iba dejando el profesor. “No sé cómo hacía, pero se me pegaban las cosas. Mis amigos me preguntaban cómo hacía (…) porque la verdad no me gustaba nada la escuela”, contó Andrés hace un tiempo. 

Y un día, para su suerte, tuvo la oportunidad de hablar con su mamá para decirle que su futuro estaba en la cancha y no en el aula. "Tenía 17 años, cada vez iba más con la Primera de Atlas y faltaba mucho a clases. Le dije a mi madre: 'mira, si a los 18 no he debutado, dejo todo y me pongo a estudiar. Pero por ahora, tengo que dedicarme al fútbol'", explicó.

Las estadísticas del jugador.
Las estadísticas del jugador.Flashscore

Andrés terminó debutando con los rojinegros el 20 de agosto de 2005, a un mes de cumplir 19. Desde ese día, su madre supo que la escuela iba a tener que esperar y, al mismo tiempo, el fútbol mexicano descubrió un baluarte distinto al que se suele generar. A. Guardado fue, desde sus primeros partidos, un futbolista que marcó diferencia. Su velocidad, su pegada y su tenacidad lo convirtieron casi de inmediato en el jugador más preponderante del campeonato. Y, a un año de la Copa del Mundo de Alemania, Ricardo La Volpe se ilusionó. 

Aunque su convocatoria al Mundial no causó sorpresa por lo demostrado desde sus aptitudes futbolísticas, sí provocó cierta provocación en la afición mexicana que se preguntaba si su edad no le iba a jugar en contra. No obstante, La Volpe siempre defendió su decisión y dejó claro que la edad era un simple número, y que lo que verdaderamente importaba era lo que Guardado hacía en la cancha. 

Por eso, aquel día el técnico argentino no podía evitar sentirse frustrado. Él, que había pregonado siempre confiar a ciegas en los jóvenes, dudaba de si Andrés iba a ser capaz de debutar en su primera Copa del Mundo en una fase decisiva y frente a una potencia mundial, pero sobre todo para marcar a un joven Messi que comenzaba a deslumbrar al planeta. 

De ese partido se recuerdan varias cosas: el tanto de Rafael Márquez que ilusionó a todo un país, el golazo de Maxi Rodríguez que dejó fuera a México y la gran actuación de Andrés Guardado, clave para incomodar a Messi y para que el Tri pudiera competir hasta el final, sin achicarse frente a la albiceleste. 

Se acerca el final

Ese partido fue el inicio de una carrera en la élite y que encumbraría a Guardado como uno de los mejores futbolistas en la historia del fútbol mexicano. Capaz de reinventarse, siempre con la buena pegada de su zurda como bandera, el mexicano pasó de ser un lateral de ida y vuelta a un mediocampista con buena lectura de juego que se convirtió en capitán de la selección, con la que jugó 178 partidos y cinco Mundiales. 

Además, por si fuera poco, Guardado es ídolo en tres de los seis clubes en los que ha jugado: en su querido Atlas, en el Betis y en el PSV de Países Bajos. Sus 14 años en Europa forman parte de un legado insuperable para cualquier mexicano y lo encumbren como un profesional de cuerpo entero. 

Sus registros en esta edición liguera.
Sus registros en esta edición liguera.Flashscore

Hace unas semanas, Guardado dejó entrever que le gustaba mucho la idea de formar parte del cuerpo técnico de Javier Aguirre en un futuro próximo. Aquel niño al que no le gustaba ir a clases se matriculó como entrenador y quiere seguir aportando su conocimiento al deporte más popular del mundo. 

Días atrás, diversas fuentes aseguraron que Andrés se retirará como futbolista profesional al final de temporada en el León mexicano, club que lo arropó tras su gran paso por Europa. Fue inevitable pensar que se va tal vez el último rostro de la época dorada de la selección nacional, que por dos décadas compitió con sus propias armas con la idea de codearse con los mejores del mundo. 

Aquella noche de 2006, La Volpe dudaba sobre si Guardado tendría cierto miedo frente a su debut mundialista y ante la Argentina de Messi. El tiempo le dio la razón al Bigotón, que le avisó que jugaría en el vestidor a tan solo minutos del inicio del partido y vio en la mirada de aquel adolescente el fuego competitivo que tienen sólo unos pocos. Andrés no se vino abajo esa tarde de Leipzig y, para goce del fútbol mexicano, no lo haría nunca durante 20 años de una ejemplar trayectoria.