Las cuentas pendientes de Griezmann y de Joao Félix
Hubo un día en el que Griezmann soñó en azulgrana. Su traspaso escoció en el Atlético de Madrid porque el francés se marchó dejando ver que iba a un club más grande en el que poder luchar por títulos de manera constante.
Era un claro aspirante a sentarse en la mesa de Cristiano Ronaldo y de Leo Messi, pero en Can Barça, sin embargo, sólo se acercó a ella para saludar porque nunca llegó a ese nivel. Siempre a la sombra del argentino, el Principito terminó volviendo a la entidad colchonera en una operación majestuosa en lo económico para los rojiblancos. De venderlo por 120 millones de euros dos años antes a recuperarlo por poco más de 20 millones, más cuatro en variables.
Grizzy es el canalizador del ataque atlético, el genio que sale de la lámpara de Simeone para idear jugadas ofensivas que hacen temblar las defensas contrarias. Y qué mejor que hacer de las suyas ante el Barça.
Para motivado, Joao Félix
Claro que, para ganas, las que tiene Joao Félix. Desde que consiguió salir del Atlético huyendo del Cholo, el portugués no ha hecho más que demostrar su poco apego, por decirlo de manera suave, al que aún es su club. Lo hizo en el Chelsea y cantó este verano a los cuatro vientos su amor infantil por el Barça, donde ahora juega.
Y ahí, una vez recuperado su olfato goleador ante el Oporto, intentará vengarse de su exequipo. Y de paso, de algunos excompañeros, como el propio Griezmann, que no han hablado demasiado bien de él. Claro que tampoco se ganó otra cosa este verano cuando se borró de muchos entrenamientos y mostró una pasividad nada profesional.
Una implicación que es diametralmente opuesta en el Barcelona, donde sueña con quedarse. Claro que eso es a largo plazo. A corto, con lo que sueña Joao Félix es con lucirse este domingo y, de paso, echar alguna miradita al banquillo de enfrente.