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Hansi Flick comienza su proceso bajo presión

Hansi Flick
Hansi Flick AFP
El Barcelona, goleado el lunes por la noche por el Mónaco (3-0) en el Trofeo Gamper, inicia la Liga con un partido complicado en el campo del Valencia. Hansi Flick, recién llegado al banquillo blaugrana, tiene todo por demostrar y, de paso, sacar el máximo partido a las opciones de Joan Laporta y Deco.

Empezar la temporada en agosto en Mestalla contra el Valencia CF parece una auténtica trampa para el Barcelona. El club ya no es lo que era, pero un viaje al estadio más antiguo de la Liga no suele ser un placer. Sobre todo, los blaugrana recibieron una paliza en el Trofeo Gamper, al perder por 3-0 ante el AS Mónaco. Es cierto que Hansi Flick, cuyo primer partido ante el público catalán fue su bautismo de fuego, alineó un equipo mixto en el saque inicial y mantuvo ese equilibrio en la segunda parte, pero esto tuvo sobre todo la virtud de provocar silbidos desde Montjuïc tras el segundo y el tercer gol.

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Una elección política arriesgada

Para el nuevo entrenador del Barcelona, el inicio de la Liga se produce ya bajo una gran presión. Aparte de la vergonzosa derrota, el ex entrenador del Bayern se encontrará en una posición incómoda pase lo que pase, sin otra opción que ganar títulos. De hecho, Flick es una elección personal de Joan Laporta, apoyado por Deco, su director deportivo. Y como en Barcelona todo gira en torno a la política, la proximidad de las elecciones presidenciales previstas para 2026 podría provocar rápidamente un revuelo, ya que se espera que los candidatos se desvelen durante la temporada.

Laporta, que ha recuperado su favor más por su aura pasada que por un proyecto plenamente identificable, ya ha conseguido salvar a su club del hundimiento total con las famosas palancas que encontró su equipo, la mayoría de las cuales ya no están con él. También es el hombre que puso en marcha las grandes obras del Espai Barça, con la remodelación y ampliación del Camp Nou como prioridad.

¿Será suficiente para convencer a los socios? En el plano deportivo, el mandato de Laporta sigue siendo inestable. Llamó a Xavi Hernández para sustituirle antes de destituirle. El presidente catalán está obsesionado con los entrenadores alemanes y, tras soñar con Julian Nagelsmann, acabó llevándose a Flick, que aún se resiente de un fracaso estrepitoso con la selección alemana y que no habla ni castellano ni catalán, una primicia en mucho tiempo. Pero Laporta quería un referente, y el triunfo en la Liga de Campeones al final de una Final a 8 en la que el Bayern propinó al Barça una paliza histórica (8-2) en cuartos de final parece que fue suficiente para convencerle. Fue un poco injusto con Xavi, que seguía teniendo la inmensa desventaja de jugar en Montjuïc, que estuvo a punto de clasificarse para las semifinales de la Liga de Campeones después de ganar en el Parque de los Príncipes (3-2) y de ir ganando 1-0 en la vuelta antes de la innecesaria expulsión de Ronald Araújo y el lanzamiento de Lamine Yamal, la nueva estrella de España.

Flick ha heredado una situación financiera y deportiva mucho mejor que la de Xavi, y aunque no todo es idílico, su posición es mucho más envidiable que la de su predecesor, que llegó cuando el Camp Nou estaba medio vacío. Las expectativas hacia él han aumentado, al igual que las exigencias. Y no todo se debe a la llegada de Kylian Mbappé al Real Madrid.