Jude Bellingham, que abandonó el césped antes de alcanzarse la hora de juego por un esguince de alto grado en el tobillo izquierdo, volvió a exhibirse ante el público del Santiago Bernabéu en un partido decisivo por el título (4-0).
Ya no sorprende a estas alturas porque su temporada es sobresaliente, con actuaciones de primer nivel y una regularidad muy difícil de mantener. Su debut en San Mamés, allá por agosto, fue una prematura declaración de intenciones.
El mediapunta llegó a las 20 dianas como jugador del Real Madrid -16 de ellas en LaLiga EA Sports y las cuatro restantes en la Liga de Campeones-. Tendrá que esperar a la siguiente campaña para poder estrenarse en la Copa del Rey, una competición que ya es inalcanzable para el último campeón tras la derrota en el Cívitas Metropolitano. Con vinculación a la entidad blanca hasta el 30 de junio de 2029, contará con un sinfín de oportunidades.
El joven centrocampista, quien se mueve como pez en el agua en campo rival, y David Beckham, ahora accionista del Inter Miami y cuya experiencia en España tuvo algunos momentos difíciles -estuvo apartado del equipo durante un tiempo por orden de Fabio Capello, entonces técnico-, forman parte del selecto club de ingleses que han defendido los intereses del Madrid (Laurie Cunningham, Steve McManaman, Michael Owen y Jonathan Woodgate completan la lista).
Lo cierto es que el Beckham futbolista era algo así como una especie en extinción y poco tenía que ver con el perfil que representa Bellingham. El primero, que tenía menos llegada y enamoró al público gracias a su exquisito golpeo de balón, requirió de 155 partidos para alcanzar las dos decenas en lo que a goles se refiere; su compatriota ha necesitado sólo 29. Además, conviene destacar que igualará su palmarés si gana la Liga.