Bruna Vilamala recibió la llamada de Montse Tomé por el contratiempo de la Balón de Oro, sin minutos en la visita a Dinamarca y de vuelta a Barcelona tras confirmarse que no iba a estar disponible para el duelo en Tenerife. Esperó su turno con paciencia y entró al terreno de juego en una situación muy compleja: reemplazó a Jenni Hermoso (máxima goleadora histórica de la Roja) y se incorporó justo antes del 0-2 e instantes después de que Mariona Caldentey fallara un penalti.
La culé vio portería sin quererlo: el remate de Irene Paredes fue a parar en su cabeza por error y sorprendió a Maja Bay. La zaguera se convirtió en la gran protagonista y parecía que el gol era suyo, con asistencia de Alexia Putellas, aunque la UEFA decidió quitárselo y otorgarle dicho honor a la joven catalana. Luego, en una jugada parecida, la de Legazpi estableció el empate. Y el delirio colectivo lo provocó Lucía García, tras un pase sublime de Tere Abelleira, en el descuento.
Y todo lo que vivió Vilamala, habitual en las categorías inferiores de la selección, en el mismo día en que sopló las velas por vigesimosegunda vez: "Ha sido mágico. He entrado con un resultado adverso y justo al entrar nos han metido el segundo. La fuerza de este equipo es insuperable. Estamos preparadísimas y se ha visto. La reacción, poder remontar el partido, irnos con la victoria, gol en el último minuto... Debut soñado".
"Ha sido muy rápido todo porque, además, estaba bloqueando. Ire ha rematado y yo me estaba agachando para no desviarlo, pero me ha rozado un poquito. Jana me ha dicho luego: 'Lo has tocado, lo has tocado'. Para mí, el gol es suyo. Ella nos ha dicho que había que confiar y creer, y así lo hemos hecho. Es la primera vez que estoy aquí y que cumplo años aquí, y qué mejor manera que lograr la victoria y clasificarnos para una Eurocopa", continuó.