Trevor Francis, el icono que costó un millón de libras e hizo historia con el Forest
Los aficionados más jóvenes sólo conocerán al Nottingham Forest como un equipo que lucha en la Premier League más en la segunda mitad de la tabla. Pero sería una pena olvidar que el equipo de la localidad de West Bridgford fue uno de los mejores conjuntos del fútbol inglés y europeo en las décadas de 1970 y 1980. Su entrenador, Brian Clough, les llevó incluso a dos triunfos en la Copa de Europa, precursora de la actual Liga de Campeones, en dos ediciones consecutivas.
La primera victoria, en 1979, viene acompañada de una interesante historia. El protagonista no fue Clough, sino su refuerzo de ensueño, Trevor Francis.
El delantero, nacido en Plymouth, pasó la mayor parte de su carrera en el Birmingham City, donde marcó 133 goles en nueve años. En 1978 saboreó la gloria en Estados Unidos, marcando 22 goles en 19 partidos cedido al Detroit Express y formando parte del equipo All-Star de la entonces NASL. Cuando regresó a su club de origen, todo el mundo tenía claro que se le había quedado pequeño y que necesitaba trasladarse definitivamente a otro lugar.
En lugar de pujadores extranjeros, el Nottingham acudió a la llamada en febrero de 1979, buscando poner fin a una larga saga de traspasos. "La primera vez que quisimos a Francis fue hace ocho años, y luego lo intentamos varias veces más", confirmó Peter Taylor, colega de Clough. Lo dijo en una rueda de prensa de gran interés porque el Forest había convertido a Francis en un fichaje récord. Pagaron al Birmingham un millón de libras por él, hasta entonces, con diferencia, la suma más alta que un club inglés había enviado a otro en concepto de traspaso.
La etiqueta de "jugador del millón de libras", y todo el peso que conllevaba, estaba en todo el mundo. Pero lo que más llamó la atención de los fotógrafos fue el entrenador, que llegó vestido con ropa deportiva y raqueta de squash en mano. Quería jugar, y sus obligaciones con los medios de comunicación le mantenían alejado...
Aún más irónico fue que en dos de los tres eventos en los que jugó el Forest, Francis no pudo participar. No pudo entrar en la Copa de la Liga porque ya estaba jugando para el Birmingham en esa temporada. Tuvo que ver la victoria final por 3-2, contra el Southampton, desde la grada.
Un caso muy especial
En la Copa de Campeones de Europa, entonces una versión de la Liga de Campeones, otra norma administrativa le impidió participar. "El Nottingham habría tenido que ficharlo antes del 15 de enero para alinearlo en semifinales", rezaba entonces un comunicado de la Asociación Inglesa de Fútbol. Dicho movimiento no se confirmó hasta febrero.
En cualquier caso, el Forest superó la eliminatoria y avanzó a la final de Múnich contra el Malmö sueco. Y allí Clough pudo sacar a relucir su arma secreta, ya que se podían inscribir nuevos jugadores para la final.
Debutar en la competición más prestigiosa de Europa directamente en la final, ¿y con la etiqueta del jugador más caro de Inglaterra? Eso podría atar los pies a cualquier estrella y nublarle la mente. A Francis, no. El extremo John Robertson envió un centro milimétrico al segundo palo por la izquierda pese a la presión de dos defensas y allí acechaba él, completamente solo. Era como si los zagueros suecos, al verle por primera vez, se hubieran olvidado de que existía.
El resto, claro, es historia: el certero cabezazo del delantero millonario fue el único gol de la final. Gracias a Francis, su club se convirtió en una de las seis únicas entidades inglesas que han ganado la Copa de Campeones de Europa o la Liga de Campeones. Un año después, aunque con Francis en el banquillo, repitieron la hazaña.