Para empezar, algo que sucede todos los años sin excepción es que los equipos disputan dos partidos contra cada uno de sus tres rivales de división. Eso nos deja en un punto de partida en el que las franquicias arrancan su programación con seis huecos ocupados.

Con el objetivo de darle más emoción a la lucha por los Playoffs, la NFL configura el calendario de tal modo que la Semana 18, la última de la fase regular, esté compuesta única y exclusivamente por duelos divisionales. Esa estrategia les reporta unas audiencias televisivas realmente altas.

Los siguientes cuatro encuentros saldrán de jugar contra otra división dentro de la misma conferencia. De ese modo, se alcanza ya la decena de compromisos y restarían otros siete, que serán contra conjuntos de la AFC en el caso de los integrantes de la NFC y viceversa.

Igual que se disputan dos choques en casa y dos fuera ante franquicias de una división distinta en la misma conferencia, se hará lo propio con los de la otra. Por ejemplo, un cuadro de la NFC Norte deberá visitar y recibir a los equipos de la AFC Oeste. En este punto vamos por 14 partidos.

Restan tres fechas por programar, ¿cómo se deciden? Pues bien, dos de ellas se sacarán de la propia conferencia y dependerán de la clasificación que cada escuadra consiguiese en la temporada anterior. El último duelo será interconferencial y estará condicionado por los resultados pasados. Además, habrá de ser contra un plantel al que no se hayan enfrentado el curso pasado y al que no se medirán en el siguiente.

La utilización de este sistema de constitución del calendario busca que todo esté lo más nivelado posible y evitar que franquicias que llevan años malos continúen en lo más bajo de la tabla. Nada es perfecto y algunas siguen perdiendo sin remedio, pero la NFL suele conseguir que siempre haya muchas alternativas en lo más alto.