A pesar de un salto de cadena, Roglic gana la contrarreloj y conquista el Giro
¿Había golpeado de nuevo el gafe a Primoz Roglic? El fantasma de la Super Planche des Belles Filles, donde, en 2020, perdió el Tour de Francia tras la inesperada y deslumbrante exhibición de Tadej Pogacar, se cernió sobre él cuando, debido a un agujero en la carretera, se le rompió la cadena. Obligado a cambiar de bicicleta precipitadamente, el líder del Jumbo-Visma vio cómo su ventaja de 15 segundos sobre Geraint Thomas se reducía considerablemente.
El galés acabaría ganando el Giro y su ventaja de 26 segundos ya no sería erosionada inexorablemente por el esloveno. Los compañeros de Rogla, abatidos, habían huido de la pantalla de televisión donde estaban viendo el final de esta vigésima etapa, esta terrible "cronoscalata" de 18,6 kilómetros con una infernal subida de 9 kilómetros con pasos al 22%.
El Monte Lussari, en esta región de Friuli tan cercana a Eslovenia, fue el escenario de una nueva decepción para Roglic... Pero Thomas lo estaba pasando mal. Todo su cuerpo luchaba contra la pendiente y pedaleaba con los hombros, las orejas y todas las fuerzas que le quedaban. Pero el cronómetro no dejaba lugar al misterio. En el semáforo en rojo, el veredicto estaba decidido: el galés estaba a 35 segundos de su rival. La suerte del Giro estaba echada. En la línea de meta, la diferencia había aumentado a 40 segundos. 40-26 = 14: suficiente para dar la maglia rosa a Roglic, que se coronará en Roma el domingo, y también para dar un poco de alivio a una edición 2023 poco emocionante.
Estas tres semanas no serán recordadas por la actitud general de espera, pero este desenlace pasará a la historia del Giro, una carrera decididamente diferente a todas las demás.