Una final es sinónimo de nerviosismo, de alegría y de exigencia. En Madrid, especialmente, el aire que se respira es tranquilizador. El título de la Euroliga; la continuidad de Chus Mateo; la épica canasta de Sergio Llull contra el Olympiacos. Las sensaciones son magníficas, más aún cuando el Barça, pese a estar en una definición de un título, pasa por un ambiente contrario al de una celebración.
El Barça llega contra las cuerdas al cierre de la ACB. Alcanzar la última instancia de la competición no es suficiente para borrar los errores realizados a lo largo de la campaña. La eliminación en cuartos de Copa con el Unicaja; la estrellada en las semis de la Final Four en Kaunas y la posterior caída que impulsó al Real Madrid hacia un nuevo título europeo presionan a una plantilla que, por momentos, parece desgastada.
Recorte de presupesto
Además de la hasta ahora inestable temporada, el Barça se ha enterado en los últimos días de la posible marcha de Nikola Mirotic al Armani Milan. El ala-pívot está cada vez más cerca del cuadro italiano, que apostará por un jugador afectado por la irregularidad que, no obstante, no deja de ser una alternativa más que interesante.
El club blaugrana recortará presupuesto ante la adversa situación económica. La partida de Mirotic, aunque deja un espacio por llenar en la plantilla, permite que la cartera tome aire en medio de una delicada realidad que puede afectar el desarrollo de los próximos años.
El Barça, por otro lado, llega inconforme con las decisiones arbitrales que se están dando en los playoffs. Marc Mundet, periodista de RAC1, aseguró en la mañana de este jueves que desde la cúpula del club existe cierto malestar con el criterio de algunas acciones “muy concretas”.
Las polémicas empiezan a manchar una final que será apasionante. El Madrid, pese a alcanzar la cita con cierta tranquilidad, es consciente de las capacidades del Barça. Los blaugranas, por su parte, se juegan la vida en una campaña que podría suponer el inicio de un nuevo ciclo.